Hace escasamente un mes cumplí 30 años. Sabía que aceptarlo no iba a ser cosa fácil; si los 25 fueron duros de aceptar, un lustro después la cosa es más complicada.
Lo cierto es que dos días después de la temida fecha, mientras ponía en orden un corte de pelo experimental, descubrí que la única cana que había tenido en los últimos 5 años se había reproducido sin permiso ni compasión en mi cabeza.
Debo confesar que casi me desmayo, o al menos eso pensé cuando noté que el cerebro me daba vueltas dentro del cráneo.
Respiré profundo y me dije a mi misma que esto era inevitable, y que, además, hay vivirlo con dignidad.
Pero como la rebeldía no acaba en la adolescencia, resulta que ahora la cana primitiva se impone por sobre cualquier otra cosa en mi cabello. No importa si intentas esconderla, peinarla, aplacarla... SIEMPRE ESTÁ AHÍ!!!! ¿Cómo lo logra???? Siento que la gente no puede evitar hablar conmigo pero mirar a esa intrusa que se asoma arriba de mi frente!
Y a mi que siempre me habían dicho que el único omnipresente era Dios...
Suspiro... era inevitable, cierto?