Aeropuerto de Niza, 19/11/2010
Estoy en el aeropuerto de Niza, tengo algún rato aquí y ya comprobé que la calefacción no existe (al menos en esta época del año), así que decido acercarme a una máquina de café para comprar un té caliente. La circunstancia se dio más o menos de esta manera:
- Estudio la máquina detenidamente para ver todo lo que se puede pedir
- Agradezco a Dios que hayan puesto imágenes al lado de los nombres, porque sólo entiendo las marcas
- Me sorprendo al llegar a la lista de los chocolates calientes: wow! es Milka! --> debe ser buenísimo! --> nahhh... demasiado dulce
- Llego a los tés. Puede ser con leche o sin leche --> pienso: que exquisités!
- Me decido finalmente por el té lipton: con azúcar, sin leche
- Veo que sólo cuesta 1,30 euros --> pienso: wow! excelente! pensé que iba a costar como 3 euros!
- Busco las monedas... --> mierda! tengo los 30 céntimos pero no el euro --> será que da vuelto? (pensamiento del tercer mundo) --> mmm no dice si lo da o no --> mmm a lo mejor es una máquina ladrona como la de la oficina... --> ¿qué más? me voy a arriesgar...
- Inserto una moneda de 2 euros
- No se refleja en ninguna parte el monto introducido... ¿será que no la aceptó? (otro pensamiento tercer mundista)
- Meto los dedos en la ranura del vuelto. No hay nada
- ¡Seguro que ya me robó la máquina ésta!
- Nueva sorpresa: la pantalla es touch, alias: digital
- Toco el círculo que se muestra al lado de la imagen de mi bebida
- Algo suena dentro de la máquina... parece que se empieza a preparar
- Miro hacia la bandeja de preparación
- No hay vaso
- Pienso: ¡mierda! lo sabía! no se puede confiar en estas máquinas! (pensamiento tercermundista y estrés postraumático)
- Aparece el vaso. Se descargan los ingredientes del té. La pantalla titila.
- Recojo mi vaso, con el té caliente que pedí
- Suenan las monedas que corresponden a mi cambio. Las retiro. Cuento: 70 céntimos. Completo.
Eso es lo normal en un país donde la gente se preocupa porque las cosas funcionen como deberían, ¿no?
... La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida...
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